La lavadora es un electrodoméstico de uso común en todas las viviendas, por lo que saber programarla adecuadamente y hacer bien el proceso de lavado, tendido y planchado es fundamental para conseguir que las prendas queden limpias, sin malos olores y sin arrugas.

Sin embargo, este proceso se complica en algunas ocasiones debido, precisamente, a la humedad que acumulan las prendas que, en caso de que no se sequen correctamente, pueden hacer que acaben cogiendo malos olores que, después, son muy difíciles de eliminar. 

Por ello, siempre se recomienda tender las prendas en cuanto acabe la lavadora, sacudiendo bien las prendas y dejándolas bien estiradas y separadas entre sí, en lugar aireado. 

Si aun con estos consejos las prendas de ropa siguen tardando mucho en secarse y acaban por acumular olor a humedad, quizás es que no se está usando correctamente la lavadora, que tiene una función primordial para que se escurran bien todas las prendas del interior antes de que se termine el ciclo de lavado y, de este modo, que no salgan tan húmedas.

La importancia del centrifugado en la lavadora

No en todas las casas hay una secadora o una buena ventilación, así como otros elementos que ayudan a secar rápidamente las prendas, por lo que se debe contar siempre con un botón clave al final del ciclo de lavado: el centrifugado. 

De este modo, basta con poner el programa habitual de la lavadora, muchos de los cuales ya incluyen el centrifugado al final del ciclo. Si no es así, basta con esperar a que termine el lavado y darle al botón de centrifugado. 

Gracias al centrifugado de la lavadora se consigue reducir en un 50% la humedad de las prendas, gracias a la velocidad que toma la lavadora en el momento final, por lo que será imprescindible para conseguir eliminar la humedad y, de este modo, secar las prendas más rápidamente una vez en el exterior.